Rodeado de inmensas rocas, estas estaban cubiertas de una capa de densa niebla, me sentía como una hormiga viendo el paisaje frío, una hormiga viendo su alrededor. En la parte del sur, antes de llegar al lago azulino que dormía tranquilo ahí, se hallaba la más grande de las rocas de ese lugar, me pregunté sobre las consecuencias de un sismo, uno que lograse mover tremendas masas de grafito y arena, el pueblo que yace bajo ello quedaría cubierta como lo es el ataúd mientras lo entierran. Al frente de la masa de roca, yace una secuencia de verde pálidos cerros, se cree que cada primer día de cada agosto, al caminar sobre estas tierras, se enciende una aureola de llamas de colores, bajo la superficie de estas, se encuentra un tesoro, que se cree serían las enormes masas de oro que los espa ñoles dejaron mientras recogían, en espaldas de los desafortunados indígenas al morir uno de estos últimos.
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