Larry y Jo Ann eran un matrimonio corriente. Vivíanen una casa cualquiera, en una calle como todas. Como cualquier otro matrimonio común, luchaban para llegar a fin de mes y para dar a sus hijos todo lo necesario. También eran como todos en otro sentido: se peleaban. Gran parte de sus charlas se referían a lo que no iba bien en su matrimonio y a cuál de los dos era el culpable. Hasta que un día sucedió algo extraordinario. —Fíjate Jo Ann, tengo una cómoda mágica, increíble. Cada vez que abro algún cajón está lleno de calcetines o de ropa interior —dijo Larry—. Quiero agradecerte que los hayas estado llenando durante todos estos años. Jo Ann se lo quedó mirando por encima de las gafas. —¿Qué es lo que quieres, Larry? —Nada. Sólo que sepas que te doy las gracias por estos cajones mágicos. Como aquella no era la primera vez que Larry le ...
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