[Relato]
Los niños tienen un fantástico talento para reducir lo inexplicable a sus propios términos. Considere al lector, por ejemplo, al chico que explicaba a sus amiguitos la forma como Dios crea a los hombres; "Dios", decía, "empieza por dibujarnos y en seguida nos recorta". O veamos la descripción que hacía un niño de qué es un halo: "Los santos tienen un circulo sobre la cabeza, y tratan siempre de andar con cuidado para mantenerse exactamente debajo de él. Y se ilumina, además".
A veces la idoneidad de sus expresiones resulta insuperable, como en el caso del chiquitín que describía así la diferencia entre catolicismo, protestantismo y judaísmo: "Son tres maneras de votar por Dios".
Una lógica precisa, indiscutible, parece ser natural en los niños. Al preguntarle a uno qué necesitamos antes de obtener el perdón por nuestros pecados, contestó: "pecar".
Escuchemos al pequeñuelo que oía contar por primera vez la parábola del Hijo Pródigo. "Un ser había", relataba el profesor, "para quien las fiestas con que se celebraba la vuelta del Hijo Pródigo sólo era motivo de amargura y no encontraba en ellas ninguna alegría. ¿Podríais decirme quién era? Y una triste voz infantil apuntó: "¿El becerro cebado?"
En el caso de la niña que acababa de conocer el episodio del Buen Samaritano parece haber obrado una lógica a la inversa. "Que cuando esté en apuros ", contestó la chiquilla, "alguien tendrá que ayudarme".
Los niños, muy lógicamente, relacionan toda alusión bíblica con el mundo en que viven. Si no saben la respuesta adecuada a una pregunta, su imaginación no tarda en dictarles alguna. A cierto muchachito le preguntaron por qué ya no se quema incienso en honor del Señor, y él concluyó: "Para no contaminar el aire".
Entre las anécdotas que ilustran la "lógica interior" de los niños, una de mis predilectas es la que se refiere al chico a quien un sacerdote le mostraba un cuadro de Jesucristo. "No se trata en realidad de Jesucristo", le aclaró. "No es más que la idea que el artista tiene de él". "Pues la verdad es que se le parece mucho", comentó el niño.
Quien haya oído orar a los niños sabe que en esos momentos los chiquillos nos reservan muchas sorpresas, nos dan toda clase de informes acerca de su familia y nos permiten vislumbrar los pensamientos que cruzan por su mente infantil. Cierto pequeñin, aún dolido por el castigo que se le acababa de infligir dio fin a sus oraciones pidiéndole a Dios, como de costumbre, que bendijese a todos sus familiares, menos a uno. Luego, volviéndose hacia su padre, le dijo: "Habrás notado que a ti no te mencioné".
Las oraciones de los niños están animadas de intimidad y precisión notables. Cuando a un pequeñuelo le dijo su madre que podría asistir a una merienda campestre que previamente ella misma había vetado, el chiquitín comentó con un suspiro: "Es demasiado tarde, mamá. Ya oré pidiendo que llueva".
Los maestros de doctrina debemos contestar preguntas que desde hace siglos sacan canas verdes a los doctores en teología; preguntas como: "Si Dios nos hizo a todos nosotros a su imagen y semejanza, ¿por qué hay algunas personas malas y perversas?" Las respuestas que dan los niños son a menudo mucho más atinadas que las que podamos dar nosotros. A la pregunta "¿Por qué no hay más que un Dios?" replicó un chiquitín: "Porque Dios está en todas partes y no queda sitio para otro". A un niño le pidieron que explicara la diferencia que hay entre el papel del Creador y el del Salvador, y contestó con asombrosa concisión: "Dios nos doblega y Jesucristo nos levanta".
La fe de los niños tiene la sinceridad, la franqueza y esa inocencia absolutas a las que la Biblia e refiere donde nos dice: "… si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entrareis en el reino de los cielos".
Por Dick Van Dyke, popular actor norteamericano del cine y la televisión.
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